Las movilizaciones jaquean la dictadura de los ayatolás

Edicion 27/6/2009

Josfe Weil, de la revista Marxismo Vivo, y Jeferson Choma, de la redacción de Opinião Socialista (PSTU) En las últimas semanas, Irán ha sido sacudido por movilizaciones de masas debido a denuncias de fraudes electorales. La rebelión popular comenzó cuando, en las últimas elecciones presidenciales, la agencia iraní de noticias proclamó vencedor al actual presidente Mahmoud Ahmadinejad, con 63% de los votos, contra sólo 33% de su principal opositor, Mir-Hossein Moussavi. A pesar de enfrentar una dura represión, las movilizaciones pusieron en jaque al reaccionario régimen de la república teocrática, controlada por el clero chiita. . Irán se ve sacudido por una rebelión popular que exige libertades democráticas y es reprimida con gran brutalidad por el gobierno. Algunas escenas de la brutal represión recorrieron el mundo. Se estima que, al menos, 20 personas han muerto, como el caso más conocido de la joven Neda, asesinada brutalmente con un tiro en el pecho. . Un régimen reaccionario . Consolidado en base a una sangrienta represión (vea artículo a continuación), el régimen islámico incorporó la mayor parte de las fracciones burguesas existentes en el país. Bajo la dictadura de los ayatolás, la renta petrolera iraní [principal fuente de ingresos del país] fue la base para un amplio proceso de enriquecimiento y corrupción de distintas alas de la jerarquía religiosa, sus familiares y burgueses asociados al régimen. Algo semejante al proceso que ocurrió en otros países petroleros, como Arabia Saudita y Venezuela. . Uno de los hombres más ricos y poderosos de Irán es justamente el ayatolá "opositor" Allí Akbar Hashemi Rafsanyani, ex brazo derecho del líder de la revolución, el ayatolá Jomeini. Actualmente, Rafsanyani es líder de la Asamblea de los Especialistas, grupo de clérigos responsable por elegir, supervisar e incluso substituir el líder supremo del país. . La disputa por la renta petrolera es lo que explica las diferentes alas del régimen iraní y las transformaciones políticas de muchos de sus líderes. Sin embargo, con el pasar de los años, la batalla interna entre las fracciones burguesas de Irán fue aumentando. La crisis económica provocó todavía más la disputa entre las fracciones. . El descontento de masas, aunque prohibido de expresarse libremente (en partidos políticos, sindicatos y prensa libres), siguió manifestándose en forma distorsionada por dentro del régimen. Como todo el proceso político era concentrado dentro de las instituciones de la república islámica, aparecieron alas que buscaban dar algún margen de expresión que desahogase la presión interna. . Parte de ese proceso fue el periodo de las "reformas" del ex presidente Muhammad Jatamí, entre 1999 y 2005, cuando una parcela de la juventud estudiantil se movilizó para presionar por una "apertura" en el régimen. Jatamí era más propenso a reformas en el régimen, para protegerlo, dando algunas concesiones democráticas. Sin embargo, ninguna de las reformas fue implementada efectivamente. Por lo contrario, habían sido vetadas por los ayatolás y Jatamí acabó por aceptar el veto. . La evolución política de Rafsanyani también es un ejemplo de esa disputa entre las fracciones. Después de la revolución de 1979, él fue el primer presidente del Parlamento, desde 1980 a 1989. Fue justamente durante su mandato cuando la totalidad de partidos y organizaciones políticas, sindicatos, organizaciones feministas, etc., fueron perseguidos y sus miembros presos, torturados y ejecutados. Posteriormente presidió Irán por dos mandatos, hasta 1997. . Hoy, apoya una nueva aproximación del régimen con el imperialismo europeo y norteamericano. Durante la reciente campaña electoral, Rafsanyani respondió los ataques del actual presidente Ahmadinejad, que lo llamó "corrupto", y fue el articulador de la cadidatuyra opositora de Mir Hussein Moussavi. . En las elecciones de 2005, Ahmadinejad, ex alcade de Teherán, con una retórica populista, derrotó a Rafsanyani, que era apoyado por Jatamí. Ahmadinejad representa el sector más ligado al ayatolá Alí Jamenei, autoridad suprema religioso-política de Irán, y a los clérigos considerados "conservadores" que quieren negociar con el imperialismo en mejores condiciones. Las protestas actuales sólo evidenciaron todavía más esa división entre políticos tradicionales de la República islámica. . Un juego de barajas marcadas . Todo el proceso electoral es controlado por las instituciones islámicas que definen y autorizan quiénes van a poder presentarse o no como candidato. No se permiten las candidaturas independientes, de mujeres y, mucho menos, de izquierda. En realidad, las elecciones son un "juego de barajas marcadas", cuyas reglas y candidaturas son dictadas por el Consejo de los ayatolás. El resultado final es que sólo se participan y compiten los representantes de las más influyentes fracciones burguesas en disputa e integrantes de la jerarquía religiosa. . El candidato "opositor" Moussavi también es un hombre del régimen apoyado por dos ex presidentes (Rafsanyani y Jatamí). Moussavi fue primer ministro entre 1981 y 1989 y también persiguió miles de opositores. Ni en las elecciones ni en las manifestaciones, Moussavi y Rafsanyani hicieron algún tipo de oposición o critica a la dictadura de los ayatolás. . Y no podrían hacer algo diferente, pues ambos son parte orgánica del régimen teocrático y juran fidelidad a la el República islámica. Su diferencia es solamente con el gobierno. Por ello, tienen miedo que el régimen desmorone. Moussavi también era el candidato preferido por el imperialismo europeo, en particular de los gobiernos de Francia, Inglaterra e Italia. . La crisis económica y las elecciones . A pesar de que Moussavi hizo sólo algunas tímidas promesas democráticas, la juventud y los trabajadores urbanos, que buscan mayores libertades democráticas, utilizaron su candidatura para expresar su descontento con el régimen y con los efectos en Irán de la crisis económica. . La crisis y la consecuente caída abrupta del precio del petróleo sólo aumentaron una ya creciente insatisfacción. Los tiempos de crecimiento económico, gracias al alza de precios del petróleo sólo aplazaron los problemas en la economía y en el régimen. En ese periodo, Ahmadinejad siguió gobernando con mano de hierro y relativa calma. El presidente iraní incluso aplicó un plan económico neoliberal que privatizó un 80% de las empresas estatales (como los bancos, astilleros y líneas aéreas) y acabó generando una inflación de 34% anual. Actualmente, el desempleo alcanza a 12.000.000 de iraníes. Y un 25% de la población vive abajo de la línea de la pobreza, según el ministro iraní de Bienestar Social. . El descontento generado por la falta de libertad y la crisis económica fueron catalizados por las denuncias de fraudes en las elecciones. El fraude hizo que explotasen movilizaciones por libertades democráticas en las calles de Teherán. El propio Consejo de los Guardianes de la Revolución (defensores de Ahmadinejad) fue obligado a reconocer que hubo "algún tipo" de fraude. . Trabajadores urbanos, jóvenes y mujeres, que aspiran a libertades democráticas siempre negadas por el régimen teocrático, salieron las calles en rebelión contra la manipulación y el fraude. Se trata de un movimiento espontáneo de ciudadanos iraníes que Moussavi trata de dirigir. El movimiento viene enfrentando a las milicias armadas de los Basij, formadas por un lumpen-proletariado que defienden a balazos a la oligarquía teocrática. . Muchos discuten si el fraude podría, de hecho, alterar el resultado en pro de Ahmadinejad. El problema es que, en Irán, no existen libertades democráticas ni de organización libre de partidos. Todo el proceso es decidido por las instituciones de los ayatolás, es decir, la manipulación es una regla del juego. . Pero a pesar de la dura represión, los manifestantes ponen al régimen en jaque y amenazan a la dictadura de los ayatolás, independiente de los objetivos del grupo representado hoy por Moussavi. . En ese sentido, la revuelta iraní puede ser comparada la llamada "revolución naranja" en Ucrania capitalista. En 2004, el presidente ucraniano Leonid Kuchma, totalmente desacreditado, intentó perpetuarse en el poder con un proceso electoral fraudulento. Pero se lo impidieron las masas en las calles. Para garantizar la continuidad de la dominación burguesa, la dirección del proceso fue asumida por alguien salido del propio gobierno: Viktor Yuschenko, primer ministro, en 2001. Las masas impidieron el fraude y Yuschenko tomó posesión como presidente. Su gobierno abrió las puertas del país al imperialismo, frustrando la intención del pueblo que, dos años después volvió a la calle, enfrentando al gobierno y abriendo una nueva crisis política. . El papel del imperialismo . Ante las movilizaciones de masas contra el fraude, los gobiernos del imperialismo europeo se apresuraron en salir con una hipócrita defensa de la "democracia", denunciando la represión del gobierno iraní. . El tono más cauteloso de Barack Obama tiene que ver con su política de buscar una colaboración con Irán (incluso bajo la presidencia de Ahmadinejad) para resolver los conflictos que tiene en Irak y Afganistán. En cambio, los gobiernos de Europa, más próximos de Moussavi, se apresuraron a denunciar el fraude electoral. Posteriormente, Obama pasó a declarar que "era necesito respetar las libertades". . Pero mientras esos señores hablan de "libertad" para el pueblo iraní, sustentan dictaduras que reprimen a sangre y fuego a sus pueblos, como el gobierno de Egipto y la monarquía saudí. Esto, sin olvidar el apoyo del imperialismo al Estado nazi-sionista de Israel, que asesina impunemente a los palestinos. En realidad, el imperialismo busca aprovecharse de la insatisfacción para aparecer como referencia política para las masas, estimulando lideratos "más fiables". . La defensa de las libertades democráticas no puede quedar en las manos del imperialismo . Defendemos el derecho de los trabajadores de manifestarse por las libertades democráticas en Irán. El régimen teocrático de los ayatolás es una dictadura que reprime a los trabajadores, a las mujeres y a los opositores. Por ello, estamos del lado de las masas que exigen sus derechos democráticos, al mismo tiempo que denunciamos a su dirección política pro-imperialista representada por Moussavi. . Una parte significativa de la izquierda, particularmente la ligada a los partidos estalinistas, defienden el gobierno de Ahmadinejad, clasificando las protestas como una "conspiración de la CIA". . De esa forma, acaban defendiendo la sangrienta represión del gobierno iraní sobre las masas, alegando que reprime el pueblo para defenderse del imperialismo. Sin embargo, esos sectores de la izquierda acaban prestando una valiosa ayuda al imperialismo, pues echan en sus manos la bandera de la defensa de las libertades democráticas. Eso es todavía más nefasto cuando el imperialismo presenta un nuevo rostro para su dominación, el de Barack Obama, visto con más simpatía por sectores oprimidos de la población. . La bandera de las libertades democráticas debe estar en las manos de organizaciones de los trabajadores. Contra la dictadura de los ayatolás defendemos las más amplias libertades: libertad de prensa, elecciones libres, Asamblea Constituyente y laica, por el derecho a organizar sindicatos libres, y por el fin de todas las instituciones estatales teocráticas. Si los trabajadores y la izquierda mundial no abrazan la bandera de las libertades democráticas en Irán, serán sectores de la burguesía y del imperialismo quienes acaban ganando el respaldo de las masas. Para avanzar en esa lucha, hay que construir un partido obrero que ofrezca una alternativa de los trabajadores, independiente del régimen, de Moussavi y del imperialismo.

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Opinião: Irão e o Ocidente precisam retomar o diálogo

Mundo | 15.06.2009

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Até Ahmadinejad reconhece a necessidade de dialogar com a comunidade internacional. Mas não sobre o programa nuclear ou os direitos humanos. Situação no Irã custará um tanto a se estabilizar, opina Peter Philipp.

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Um comentarista israelense avaliou o resultado do pleito presidencial iraniano com a observação que a reeleição de Mahmud Ahmadinejad não era assim tão ruim para a política de Israel. E – caso ainda estivesse no cargo – George W. Bush certamente teria esfregado as mãos de satisfação. O estereótipo do Irã como inimigo pode ser mantido.

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O sucessor de Bush, Barack Obama, deve pensar de outro modo. E sua decisão de manter a reserva antes das eleições, não expressando quaisquer preferências, foi acertada. Afinal, já era mesmo para se contar com a reeleição (embora não sob as atuais circunstâncias), e louvor da Casa Branca teria destruído qualquer candidato de oposição antes mesmo da abertura das urnas.

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Além disso, a questão do estereótipo de inimigo vale para ambos os lados. Rivalidades eleitorais à parte, Ahmadinejad demonizou seus adversários como capangas dos inimigos estrangeiros. Isso combina com a autoimagem que promove, de guardião da revolução e "vingador dos desfavorecidos".

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Apesar de tais insultos, o presidente reeleito também deseja o diálogo externo, sobretudo com os Estados Unidos. Certamente não sobre o programa nuclear, os direitos humanos, o papel da mulher ou o conflito no Oriente Médio – os "temas de sempre" do Ocidente em relação ao Irã. Ahmadinejad quer explicar a Obama como poderia ser um mundo melhor; um mundo onde não sejam uns poucos a ditar as regras, mas sim os povos do mundo inteiro. Para Ahmadinejad vem a calhar poder utilizar a própria vitória eleitoral como argumento. Porém Obama dificilmente se deixará impressionar.

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Apesar disso: o presidente dos EUA e seus principais aliados ocidentais sabem há um bom tempo não serem praticáveis as presentes exigências de que os iranianos suspendam o enriquecimento de urânio. E que os demais candidatos à presidência iriam ignorá-las, do mesmo modo. Oficiosamente, já se começou a considerar o Irã uma potência nuclear. Até mesmo em Israel uma enquete recente revelou que uma maioria já aceita o fato. Porém isso não tira a importância do diálogo.

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O material para conflito acumulado nos últimos 30 anos é tamanho que não se pode nem deve esperar mais outros quatro anos para eliminá-lo – e então com resultado incerto. A base para o diálogo existe, sem dúvida: o Irã não quer ser comandado, e Obama justamente se recusa a desempenhar esse papel.

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Não há dúvida que também Washington preferiria, no fundo, um interlocutor mais agradável. Mas como ninguém escolhe seus inimigos, agora cabe tentar trabalhar com eles para eliminar as diferenças. Os iranianos – e não apenas os desiludidos– ficarão, com certeza, gratos por um movimento em direção ao diálogo. Seu interesse não pode ser a violência e a agitação: elas só trazem sofrimento e nova repressão.

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Assim, não são poucos os que devem aguardam temerosos o que Ahmadinejad planejou para o campo da política interna. Embora pudesse perfeitamente tê-lo feito nos quatro anos de seu primeiro mandato, ele quer agora combater a corrupção com todos os meios, sem poupar os escalões mais elevados – por exemplo, o ex-presidente Ali Akbar Hashemi Rafsanjani.

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Este perdeu para Ahmadinejad por uma pequena margem em 2005, porém continua sendo um homem extremamente importante e poderoso. Enfrentá-lo sem dúvida elevará muito a popularidade do presidente reeleito, mas também aumentará o perigo de uma confrontação aberta que ninguém quer nem precisa.

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A paz não reinará tão rapidamente assim no Irã.

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Autor: Peter Philipp
Revisão: Alexandre Schossler

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O Ocidente e a república islâmica do Irã

Flávio Aguiar:

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A mídia do Ocidente prega continuamente sobre o atraso da "república islâmica" do Irã, em vários aspectos políticos e comportamentais (no que muitas vezes têm razão). Mas quase sempre omite o papel que os países líderes do Ocidente tiveram e têm nessa consolidação. É nessa moldura – em que o poder de fato está, não nas mãos do presidente da república, mas do corpo e do líder dos aiatolás – que aparece o espaço para um político de ambições próprias como Mohammad Ahmadinejad. A análise é de Flávio Aguiar, para a agência Carta Maior.

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Agora você vai ouvir aquilo que merece,
As coisas ficam muito boas quando a gente esquece...

.Lupicínio Rodrigues

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Eu me lembro vagamente de um artigo nas Seleções do Reader’s Digest, que meu pai colecionava, sobre a Pérsia dos anos cinqüenta do século passado.

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Tinha uma ilustração com um guarda correndo e um cara ao fundo, com uma maleta, ou algo assim, na mão.

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E aí vinha a história: o guarda, fazendo uma ronda, achara que o cara com a maleta era um ladrão e correra atrás dele. Nem sei se o cara foi preso ou se deixou cair a maleta e fugiu. Mas dentro da maleta a polícia de Teerã (pois estávamos na então Pérsia, hoje Irã) descobriu uma derrama de planos para fazer o comunismo tomar o país de assalto.

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E esse golpe terrível contra a Pérsia e a humanidade foi evitado graças àquele guarda que correu atrás de um suposto ladrão de dinheiro ou de bugigangas, mas que na verdade era um ladrão de países e de almas. Porque além de criancinhas os comunistas comiam almas.

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Tempos depois, eu vim a saber que o guarda e a maleta podiam até ter existido, mas era tudo mentira. Mas era uma mentira de verdade: aquilo fizera parte da Operação Ájax, uma operação montada pela CIA e pelo serviço secreto britânico MI6 (oficialmente, SIS, Secret Intelligent Service) para derrubar o governo nacionalista do primeiro ministro Mohammad Mossadegh, que nacionalizara o petróleo.

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Isso foi considerado uma afronta e um perigo para os interesses da Anglo-Iranian Oil Company, pedra fundamental da política britânica e já norte-americana na região do Oriente Médio.

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Mossadegh tornou-se primeiro ministro da Pérsia (depois Irã) em 1951. Por essa época quando se deu a nacionalização, os britânicos levaram seu caso à Corte Internacional de Haia... e perderam.

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Desde então os britânicos começaram a conspirar para derrubar Mossadegh, em favor do Xá Reza Pahlavi, soberano que lhes inspirava mais confiança.

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Mas só conseguiram convencer os norte-americanos a entrar na aventura depois que os republicanos chegaram ao poder com Dwight Eisenhower. A partir daí não pouparam esforços, propaganda e dinheiro para derrubar Mossadegh.

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É claro que havia por detrás disso a moldura da Guerra Fria e da presença soviética na região. Mas é claro também que havia uma forte animosidade imperialista contra as políticas nacionalistas no Terceiro Mundo.

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Os Estados Unidos, que mais e mais traziam os britânicos para sua própria ordem e órbita, também se sentiam ameaçados, e em escala mundial. Movimentos nacionalistas e de independência ou autonomia em relação aos impérios agitavam a Ásia, a África e a América Latina.

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No mundo árabe o nacionalismo encontrava forte amparo em forças armadas, como as do Egito e da Turquia. Israel já não era o incômodo que fora para britânicos e norte-americanos, e mais e mais tornava-se um aliado crucial no dominó petroleiro e político do Oriente Médio.

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O alvo tornou-se o movimento nacionalista no mundo árabe. A Pérsia foi a primeira peça do dominó, ou o primeiro degrau da escalada.

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Só a CIA jogou na Pérsia um milhão de dólares (na época, uma soma apreciável, hoje um troco de crise financeira) na propaganda e na compra de ações, não bancárias ou outras desse tipo, mas ações contra o governo de Mossadegh.

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A primeira tentativa falhou, e o Xá, envolvido na conspiração, teve de deixar o país, primeiro para Bagdá, no Iraque (!), depois para a Itália.

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Os norte-americanos o buscaram em Roma, trouxeram-no de volta, e com o apoio de militares americanófilos (como se dizia então), que temiam uma sublevação no Exército, o puseram, mais literalmente, o plantaram no trono, depois da segunda tentativa de golpe, em 1953, desta vez bem sucedida.

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Mossadegh foi condenado à morte por um tribunal de fancaria. Depois teve sua pena comutada para prisão perpétua, que cumpriu primeiro num quartel e depois em prisão domiciliar até sua morte, em 1967.

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Durante esse duplo golpe contra Mossadegh, os aiatolás religiosos receberam um primeiro impulso político generoso. Por parte de quem? Dos norte-americanos e britânicos, que viam neles uma (então não muito poderosa, mas de alguma eficácia) arma anti-comunista, pela ascendência que tinham sobre a população pobre nas cidades e o campesinato.

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E o Xá consolidou seu poder sobre o Irã e sobre a mídia mundial, pois era um dos assuntos preferidos dos “temas de coluna social”. O drama de sua segunda mulher, Soraya, que não conseguia lhe dar filhos (era o que se dizia, pois, em caso de dúvida, aponte-se a mulher), comoveu multidões de leitores, inclusive das revistas Manchete, O Cruzeiro, etc., no Brasil.

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Separado de Soraya, o Xá continuou sendo atração com sua nova mulher, Farah Dibah, proclamada Imperatriz. Aliás, a visita do Xá a Berlim foi um dos gatilhos para as grandes manifestações estudantis de protesto na Europa, em 1967.

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O império do Xá, cada vez mais despótico, repressivo, e sobre os quais pesavam denúncias graves de corrupção, arrastou a Pérsia (que também era chamada de Irã, a pedido de seu pai) a protestos cada vez maiores, apesar de algum progresso material, devido à política do petróleo. (Durante o governo de Mossadegh os países do ocidente suspenderam a compra de petróleo iraniano, querendo levar o país à penúria).

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Para atrair as massas campesinas, o Xá promoveu uma espécie de reforma agrária, tomando terras das organizações religiosas muçulmanas, que não viam com bons olhos a continuidade que deu a algumas reformas modernizantes de Mossadegh, sobretudo em relação ao comportamento e à presença social e econômica das mulheres.

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Mexer nas terras dos aiatolás jogou-os de vez na oposição. Alguns deles, como Khomeini, tiveram de se exilar.

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O império do Xá prosseguiu até 1979, quando uma série de insurreições – a culminante foi a do Exército, que se recusou a atirar na multidão – em Teerã e no interior o obrigaram a renunciar e a fugir.

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A gota d’água foi uma greve de funcionários públicos que literalmente paralisou o Estado. Mas que Irã (o nome Pérsia foi definitivamente abandonado) era aquele, de 1979? Um Irã muito diferente do de Mossadegh.

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Os nacionalistas dos anos 50 tinham sido desbaratados, isolados, presos, mortos. Os comunistas idem. Os liberais ilustrados estavam enfraquecidos, sem liderança, embora junto à classe média o descontentamento fosse enorme.

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A tudo a Savak, a polícia política do Xá, sempre com ajuda da CIA e do MI6, neutralizara, dobrara, destruíra. O que restara? A organização do clero, que ocupou o espaço político deixado vazio, e começou a “revolução islâmica”.

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As primeiras ceifas nessa nova ordem se deram entre os comunistas, tão duramente reprimidos como nos tempos do Xá; junto com eles, liberais laicos e nacionalistas “no estilo antigo”.

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Quando os aiatolás deixaram de ser confiáveis e, além disso, se tornaram poderosos gestores de uma das grandes reservas de petróleo do mundo, o vizinho Iraque, de Saddam Hussein, voltou-se contra eles, e invadiu o Irã.

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Além das ambições pessoais, Saddam temia que o exemplo vizinho contaminasse seu próprio campo. Daquela vez, contou com a nova simpatia dos norte-americanos, que não só o incentivaram, como lhe deram, através da CIA, armas químicas para usar contra os iranianos. Essa guerra, que durou de 1980 a 1988, provocou a morte de um milhão de iranianos.

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Terminada a guerra, houve ainda tentativas de abrir mais espaços políticos por entre as frinchas do império dos aiatolás, sem sucesso duradouro. Consolidou-se a “república islâmica”. A mídia do Ocidente prega continuamente sobre seu atraso em vários aspectos políticos e comportamentais (no que muitas vezes tem razão). Mas quase sempre omitem o papel que os países líderes do Ocidente tiveram e têm nessa consolidação.

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É nessa moldura – em que o poder de fato está, não nas mãos do presidente da república, mas do corpo e do líder dos aiatolás – que aparece o espaço para um político de ambições próprias como Mohammad Ahmadinejad.

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Sem nunca contestar o poder e a palavra dos aiatolás, pelo contrário, apresentando-se como seu fiel porta-voz, Ahmadinejad procurou — ainda procura — sulcar seu próprio caminho nas frinchas desse quadro muito estreito e de terrenos minados.

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O aiatoloá Khamenei, líder do Conselho de Governo, é o chefe das forças armadas e do serviço de inteligência. Qualquer passo em falso põe o político desavisado fora do campo, senão do mundo inteiro.

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Ahmadinejad conseguiu aproximar-se da população mais desvalida através de políticas compensatórias financiadas pelos dividendos do petróleo, quando foi governador da província de Ardabil e quando foi prefeito de Teerã.

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Quando ocupava esse último cargo, chegou a ser apontado para receber o título de “Prefeito do Mundo”, em 2005, da organização internacional “City Mayors”, com base em vários países da Europa e nos Estados Unidos.

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Então ainda não era o perigoso presidente de um país à deriva. Sua indicação (feita no âmbito da organização, não de fora dela) não prosperou porque ele renunciou ao cargo para tornar-se o presidente eleito da controvertida república, o preferido das massas despossuídas e dos aiatolás.

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Como presidente, perseguiu uma facilitação do crédito e uma redução das taxas de juros, além de um controle mais estrito sobre operações financeiras e paralelas.

As oposições não conseguiram mobilizar a população pobre ou remediada, que é a imensa maioria no Irã. Sua vitória recente não surpreende, nem que para isso ele mobilize um sentimento anti-ocidente, anti-Israel, e religioso. E até agora só surgiram acusações de fraude, nenhuma suspeita ou prova mais consistente.

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A questão nuclear, no Irã, não evidentemente, uma decisão apenas sua. Nada seria feito sem o carimbo dos aiatolás, ou sua bênção. Mas ele deu a ela um ritmo próprio, não resta dúvida.

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Embora jure que não pretenda dispor de um arsenal nuclear, é de duvidar que isso não esteja nos seus ou nos planos da “revolução islâmica”.

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Desarmado o Iraque, pelo menos de momento, e pelos mesmos países que promoveram seu ditador, Saddam Hussein, o campo ficou aberto para o Irã, ainda mais diante do isolamento da Síria, único país onde resta alguma sombra daquele nacionalismo antigo, e da batalha da Turquia para entrar na União Européia.

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Uma agenda nuclear é a única coisa que resta ao Irã para se contrapor à supremacia militar de Israel — também no campo das ogivas atômicas. E o destino de Saddam Hussein só deve ter reforçado esse propósito, pois de herdeiro de um partido nacionalista que era, passou a preferido do Ocidente na região, contra o Irã, e teve o destino que teve.

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Além disso, essa agenda e sua manutenção na ordem do dia mundial, o que permite a Ahmadinejad ambicionar o papel de um novo “global player”, lhe valeram uma aproximação política com a Rússia, coisa que dificilmente os aiatolás poderiam empreender, embora a Moscou de hoje nada tenha a ver com os antigos comunistas que eles perseguiram tão duramente quanto a Savak.

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Pesa sobre Ahmadinejad a acusação de negar o genocídio contra judeus durante a Segunda Guerra, e de pregar a destruição do Estado de Israel. Ele afirma tenazmente que não o fez, e há uma verdadeira batalha entre tradutores e lingüistas em torno do que ele teria ou não teria dito, em farsi, nos discursos em que se referiu a ambos os temas.

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A pecha existe, em todo o caso, e ele ainda não agiu de modo peremptório e definitivo para pôr-lhe fim, o que não o ajuda naquela ambição de se tornar o “global player” que ele quer ser. Enquanto ele não fizer isso, a força de sua ação ficará limitada à região. Mas esse é um Rubicão que dificilmente dará vau a quem quiser cruza-lo, depois de ter feito afirmações, para dizer o mínimo, dúbias, a respeito de uma história confirmada e re-confirmada como a do morticínio em massa de judeus na Europa, ou a respeito da destruição do Estado de Israel.

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Hoje, numa margem desse Rubicão em que ele se meteu com essas suas afirmações estão os poderosos aiatolás de seu país; na outra, no momento, o comprometedor e comprometido Benyamin Netanyahu, que acaba de inventar, para conceder à Barack Obama sem renegar seus aliados conservadores em Israel, o conceito de um “Estado sarcófago”, isto é, sem qualquer soberania, que é o que ele diz poder aceitar para os palestinos. Por ora, esse é um campo de posições fixas, sem margem de manobra para ninguém.

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Em tudo, como se vê, está presente essa verdadeira “marca da maldade” (evocando o título do maravilhoso filme de Orson Welles sobre o policial que decide tomar a justiça nas próprias mãos): a presença da unha venenosa do comportamento das potências do Ocidente durante e depois da Guerra Fria.

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Agência Carta Maior

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in Vermelho - 15 DE JUNHO DE 2009 - 15h09

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Electoral coup d'etat in Iran

		OPINION: Electoral coup d'etat in Iran >Archive - Daily Online Author: Jamshid Ahmadi People's Weekly World Newspaper, 06/15/09 11:07 . The people of Iran woke up Saturday morning to find not only that the election had been stolen from the popular opposition candidate, Mir-Hossein Mousavi, but that any means of protesting against the electoral fraud and challenging the hardline right in Iran had been closed in what is being described in Tehran as a coup d'etat. Mousavi, now under house arrest, was informed of his clear victory in the elections. There would be no need to go to a second round, he was told. He was asked to curb the most jubilant celebrations of his supporters in the interests of keeping the streets calm. This turned out to be a pretext to enable Ahmadinejad and his military backers to seize power. The falsification of the result of the June 12 presidential elections and the seizing of power by the defeated theocrats has shocked the population and plunged Iran into an unprecedented political crisis. . Supporters of Mousavi have taken to the streets in their thousands in Tehran and other major cities, leading to clashes between the military-security forces and demonstrators. Arrests during the night across the country saw up to a hundred key opposition figures incarcerated, together with the many activists pulled off the streets, and the regime has today taken down communication systems in order to paralyze the opposition. SMS messaging and the e-mail connections are down. . Reaction to the crisis has been instantaneous. A fatwah has been issued by one of the grand ayatollahs, Ayatollah Sane'ei, declaring what has been done by Ahmadinejad and his backers as “haram” (forbidden by God) prohibiting anyone from cooperating with the "government" of Ahmadinejad. Sane'ei's house was immediately surrounded by the regime's security forces. . Clear evidence is emerging of massive irregularities in the election. Whole-scale swapping of ballot boxes has been reported in all major cities. This was hardly a surprise. Prior to the election, the regime clearly stated that it would never allow a reformist government to come to power and it wasted no time in declaring Ahmadinejad the outright winner, despite the “landslide for change” declared to Mousavi himself the day before and widely reported in the international media. Protesters in Iran are arguing that the regime has violently interfered with the electoral process. The alleged 65 percent of the poll that Ahmadinejad claims flies in the face of reports from all independent observers and journalists from across the globe covering this historic election from Iran. The evidence on the polling day was that millions voted for Mir Hossein Mousavi, with exit polls showing him to be the winner by around the same percentage of votes as Ahmadinejad is claiming. . Hossein Mousavi, under house arrest, insists that he will not accept the result and declares what has happened to be “a charade.” The confirmation of the rigged result by Iran's Supreme Religious Leader, Ayatollah Khamenei shows exactly what he, and the military-security infrastructure controlled by him, is prepared to do to prevent the wishes of millions of Iranians being recognized. . This election and its aftermath clearly mark a turning point in the way the regime deals with its opponents and demonstrates that even the so called “insider critics” are no longer tolerated and will not be allowed to have any political influence over the direction of events in the country. As this goes to print the names of the arrested — former ministers, politicians and journalists included — are coming through. The international community must not dismiss this as yet another disputed election but recognize it for the illegal seizure of power that it is and campaign tirelessly for the voice of the Iranian people to be heard and respected and for Iran to become open to greater democracy and change — just as those who voted hoped! . Jamshid Ahmadi is assistant general secretary of CODIR, Committee for the Defence of the Iranian People's Rights, www.codir.net. .