12/11/2011
Definitivamente el capital es enemigo de la humanidade
x Luis R
Delgado J ::
Más articulos de esta autora/or: La superación
del capitalismo no aparece como el paso indispensable para proseguir “la marcha
del progreso” sino en primer lugar como tentativa de supervivencia humana
A poco más de 200 años de las primeras
grandes revoluciones burguesas (Revolución Industrial inglesa, Independencia de
los Estados Unidos y la Revolución Francesa), es obvio, que las promesas de
libertad, igualdad y fraternidad, constituían pura ideología para desmontar el
orden social feudal, falsas promesas para movilizar a las masas explotadas
contra la nobleza. Una vez que la burguesía se hizo del poder político,
construyó una nueva forma de dominación y explotación mucho más sofisticada,
que si bien es cierto brindó mejores condiciones de vidas a millones, no liberó
ni igualó a la humanidad, por el contrario, no ha dejado de ensancharse la
brecha entre ricos y pobres, entre naciones metropolitanas y naciones
periféricas. La promesa del progreso continuo, fue una forma ideológica para
encubrir el fin de impulsar una acumulación del capital a escala planetaria,
con dramáticas consecuencias sociales y ambientales. No se construyó una
sociedad basada en la razón, sino bajo la irracional lógica del capital, que
coloca en primer término la satisfacción de necesidades mercantiles de
ganancia, sobre la satisfacción de las necesidades de la población humana
presente y futura. En este orden de ideas, el investigador español Manuel
Martín Serrano (2008) nos ofrece la siguiente reflexión:
"El capitalismo industrial concluye
sin haber cumplido con la utopía que le dio a las revoluciones burguesas su
valor ético y empuje histórico; que era el empeño de instaurar una y la misma
racionalidad para entender y explotar la naturaleza, para organizar y dirigir a
las sociedades. En los términos que lo proponía el Iluminismo quedaba por
conseguir que la difusión y aplicación del conocimiento (“las Luces”) sirviesen
al tiempo para liberar de la necesidad, de la opresión y de la infelicidad.
Escribía Marx un siglo después de las Luces que, muy por el contrario, las
victorias de la ciencia se estaban pagando con una pérdida de humanidad. Y los
autores de la Escuela de Fráncfort, al tiempo iluministas y marxistas,
mostraban que cada vez la razón estaba más disociada entre una racionalidad
instrumental que servía para dominar a la naturaleza y los hombres y otro
raciocinio humanista, que seguía reclamando esa promesa incumplida de
liberación" (p. 17).
En este sentido, el capital no es
reformable en su esencia, es un sistema económico de destrucción insostenible
que no se puede humanizar, esta enseñanza de la historia ha sido sufrida por la
clase trabajadora y los pueblos del mundo. El siglo XX demostró que el capital
solo cede ante determinadas correlaciones de fuerza y para entregar un derecho
parcial éste debe conquistarse con lucha. En esta línea de pensamiento Chomsky
(2004) nos explica que:
"En el transcurso de la historia
moderna ha habido logros significativos en los derechos humanos y el control
democrático de algunos sectores de la vida. Estos rara vez han sido obsequio de
líderes ilustrados. Por lo común han sido impuestos a los Estados y otros
centros de poder a través de la lucha popular" (p. 334).
Ha quedado clara una enseñanza de la
teoría revolucionaria: fenómenos como la miseria, el desempleo, las guerras, la
destrucción del medio ambiente, el subdesarrollo producto de la dependencia,
entre otros elementos son consustanciales al desarrollo capitalista, no son
accidentes, no son problemas que al capital le interesa superar, por el
contrario, son parte de la esencia misma de un sistema que es explotador y
opresor hasta la médula.
Esta afirmación hay que tomarla en
cuenta, porque en muchos casos se pretenden presentar estos fenómenos que sufre
la humanidad, como procesos aislados que tienen que ver con la naturaleza o con
el azar, la burguesía siempre hace esfuerzos para justificar ideológicamente y
a través de sus medios de comunicación estos problemas, propiciando que se
desvíe la atención de los pueblos, para que estos acepten de buena manera las
principales problemáticas que padecen, para que estos no luchen y subviertan el
status quo.
Hoy las contradicciones sociales
fundamentales, son la amenaza de la supervivencia de la vida en el planeta
producto de la naturaleza eco-depredadora del capitalismo, y por otro lado la
misma descrita hace 160 años por Marx y Engels, la contradicción
Capital-Trabajo, que se traduce en la socialización creciente de la producción
de la riqueza frente a la apropiación privada de la misma, a su vez al interior
de esta contradicción se da una más específica que es la que enfrenta al
sistema imperialista mundial contra los pueblos oprimidos, la contradicción
Imperio-Nación. Esta última se manifiesta de la siguiente manera; mientras la
distribución de la población indica que en el mal llamado Tercer Mundo o
naciones dependientes vive el 80% de la población mundial y en las naciones
altamente industrializadas vive el 14% de la población humana, en la escala de
distribución de la producción de riqueza esta relación se invierte, mientras a
los países periféricos le corresponde el 20% a las naciones imperialistas les
corresponde el 78% de la distribución de la riqueza producida (Bauman 1999).
Otras estadísticas (algunas ya
envejecidas) nos revelan la ignominiosa situación que vive nuestro mundo
producto de las desigualdades y las asimetrías: Hoy en día (Boron, 2002; Boron,
2004; Boron, 2010; Giribets, 2011; Millet, Toussaint, 2005; Ramos 2009;
Seibert, 2009; The economic collapse, 2010; Vega Cantor, 2005):
El ingreso anual del 1% más rico de la
población mundial equivale al del 57% más pobre del planeta; Se calcula que
1.200 millones de personas sobreviven con menos de 1 dólar por día; Las 238
personas más ricas del mundo concentran una riqueza superior a los ingresos de
las 2.300 millones de personas más pobres del planeta;
De acuerdo a cifras dadas por la OCDE,
el 60% de la población activa mundial (900 millones de trabajadores y
trabajadoras), realiza su actividad sin contrato de trabajo ni prestaciones
sociales;
Bill Gates tiene un patrimonio neto de
cerca de 50.000 millones de dólares. Eso significa que hay aproximadamente 140
naciones diferentes con un PIB anual que es menor que la cantidad de dinero que
posee Gates.
Un estudio del Instituto Mundial de
Investigación de la Economía del Desarrollo estableció que la mitad inferior de
la población del mundo posee aproximadamente un 1% de toda la riqueza global.
En África el consumo per cápita se ha reducido en un 20% con relación a 1980.
El 70% de las inversiones a escala
global y el comercio mundial son controlados por las 200 compañías
transnacionales más poderosas.
Las doscientas megacorporaciones más
grandes del planeta registran anualmente por concepto de ventas, cifras
superiores a los ingresos combinados de todos los países del mundo, excepto las
nueve economías nacionales más ricas. Sin embargo, estas corporaciones emplean
a menos del 1% de la población mundial.
En los espacios de la antigua Unión
Soviética y Europa Oriental, producto de la restauración del capitalismo la
pobreza se ha multiplicado por 25, es decir, 2500%.
Unas 1.020 millones de personas
sobreviven en la hambruna crónica (una de cada 6 personas); Cada 3 segundos
muere una persona de hambre.
Actualmente hay unos 250 millones de
hambrientos más que hace 3 años, repartidos en 80 países. Los que están en peor
situación son: Burkina Faso, Mali, Mauritania, Níger, Senegal, Chad y Haití.
Diariamente mueren en el mundo 30 mil
niños por enfermedades curables; anualmente mueren 18 millones de personas con
enfermedades curables.
En el Tercer Mundo uno de cada cuatro
niños no recibe las vacunas básicas, es por eso que 1 de cada 6 niños muere
antes de los 5 años de edad;
Por causa de las hambrunas y
enfermedades curables mueren 40 millones de personas en el mundo, sobre todo
niños y niñas. Es decir, las inequidades del capitalismo liquidan anualmente un
equivalente al 70% de las victimas totales de la II Guerra Mundial, conflicto
que duró más de 5 años.
218 millones de niños, entre 5 y 17
años, trabajan a menudo en condiciones de esclavitud y en tareas peligrosas o
humillantes como soldados, prostitutas, sirvientes, en la agricultura, la
construcción o en la industria textil (OIT: La eliminación del trabajo
infantil: un objetivo a nuestro alcance, 2006)
2 mil millones de personas no tienen
acceso a la electricidad (2 personas de cada 6); 924 millones “sin techo” o en
viviendas precarias (UN Habitat 2003) 35% de la población mundial no posee
condiciones sanitarias básicas; sin sistemas de drenajes o cloacas (OMS/UNICEF
2008); 1100 millones de personas no tienen fuentes seguras de agua potable (1
persona de cada 6); mientras en Estados Unidos se consumen 400 litros diarios
per cápita y en Europa Occidental 200.
Producto de las asimetrías del
capitalismo, mientras en los 31 países más ricos la esperanza de vida ha
aumentado en las últimas décadas, en el mismo periodo ha disminuido en 18
países: 10 africanos y 8 antiguas repúblicas soviéticas. Países como Botsuana,
Zimbawe o Zambia tienen en promedio una esperanza de vida de sus habitantes
inferior a los 47 años.
Finalmente existen tragedias sociales
tales como la existencia de 854 millones de analfabetas, de los cuales 554
millones son mujeres, además que el 60% de los menores no escolarizados son
niñas, lo que demuestra que la realidad de las mujeres sigue siendo más
desfavorable que la de los hombres. Se habla de un proceso de feminización de
la pobreza.
Toda esta realidad es más que
lamentable, trágica y tremendamente injusta, si consideramos que el comandante
Fidel Castro ha expresado que con sólo 10 mil millones de dólares sería
suficiente para reducir a prácticamente cero el analfabetismo a nivel mundial,
considerando esta cifra comparémosla con el grosero presupuesto militar anual
de los EEUU que supera los 600 mil millones de dólares, es decir, con menos del
2% de ese presupuesto cerca de mil millones de personas pudiesen aprender a
leer y escribir.
A lo largo de su historia, el
capitalismo ha demostrado de forma contundente su terrible capacidad destructiva
de las dos principales fuentes de riquezas; la naturaleza y la humanidad. La
economía moderna es totalitaria… Esgrime una pretensión total sobre el mundo
natural y social (Kurz 2002).
Por un lado se encuentra en peligro la
supervivencia de los diversos ecosistemas y la vida humana en el planeta
producto de la lógica eco-depredadora del Capital, obtención de ganancias aquí
y ahora, sin pensar en el futuro. Algunos incluso consideran que hoy la
contradicción principal es Vida-Muerte (Rauber 2006). Ya que para el
capitalismo imperialista: La premisa básica es que la hegemonía importa más que
la supervivencia (Chomsky 2004, p. 328). Al respecto el economista argentino
Jorge Beinstein (2010) nos explica que:
... "el desarrollo de la
civilización burguesa durante los dos últimos siglos (con raíces en un pasado
occidental mucho más prolongado) ha terminado por engendrar un proceso
irreversible de decadencia, la depredación ambiental y la expansión
parasitaria, estrechamente interrelacionadas, están en la base del fenómeno. La
dinámica del desarrollo económico del capitalismo marcada por una sucesión de
crisis de sobreproducción constituye el motor del proceso
depredador-parasitario que conduce inevitablemente a una crisis prolongada de
subproducción (el capitalismo obligado a crecer-depredar indefinidamente para
no perecer termina por destruir su base material). Existe una interrelación
dialéctica perversa entre la expansión de la masa global de ganancias, su
velocidad creciente, la multiplicación de las estructuras burocráticas civiles
y militares de control social, la concentración mundial de ingresos, el ascenso
de la marea parasitaria y la depredación del ecosistema.
Esto significa que la superación
necesaria del capitalismo no aparece como el paso indispensable para proseguir
“la marcha del progreso” sino en primer lugar como tentativa de supervivencia
humana y de su contexto ambiental".
Por otro lado la humanidad sigue
sometida a la más cruel explotación producto de la contradicción
Capital-Trabajo; a la opresión sistemática de los Estados gendarmes y policías
del Capital; a la opresión patriarcal que condena a las mujeres a una terrible
explotación, opresión y subordinación; a la opresión adulto-céntrica que
condena a las y los jóvenes a un segundo plano frente a la sociedad adulta; al
etnocentrismo occidental que arrolla a las culturas originarias y milenarias de
los cinco continentes, por medio de la exportación del pensamiento único,
procesos criminales de etnocidio y memoricidio (Báez 2008); y, en fin, a la ignominiosa
exclusión que invisibiliza a millones de personas, a las cuales se le expulsa
de los derechos humanos básicos como son los servicios sociales fundamentales:,
la educación, la salud, la alimentación, la vivienda, entre otros.
Con respecto a este último
planteamiento, Vega Cantor (2005) nos explica que:
… "el perpetuo no-reconocimiento de
derechos por parte del capitalismo de todos aquellos que no son solventes en
términos mercantiles conduce a identificar como sujetos de derecho solamente a
quienes están en capacidad de participar directa o indirectamente en el proceso
de valorización del capital. Y quienes no lo están, pasan a ser desechos,
obstáculos colaterales, que no pueden ser considerados como sujetos de
derecho" (p. 43).
Es decir, para el capitalismo los
derechos humanos no son universales como hipócritamente lo sostiene, estos
derechos en el mejor de los casos, son exclusivos de un sector de la sociedad
que tal vez involucre a un 60 o 70% de la población planetaria, el resto no
reúne para la burguesía mundial la dignidad como seres humanos, ya que no
existen para el mercado mundial, no son consumidores. Tan dramática es la
situación, que hoy para las potencias imperialistas:
… "el aumento de la pauperización,
la privación de derechos y la violencia extrema son conscientemente aceptados
porque se trata cada vez menos de eliminar en forma planificada el
“subdesarrollo”, sino principalmente del control de una población “excedente”,
a la cual el sistema mundial ya no tiene que ofrecerle" (Seibert 2009, p.
23).
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VEGA CANTOR, Renán (2005) Los
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La Haine
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