30/11/2011
x
Luis R Delgado J ::
Más articulos de esta autora/or: Que
un gran segmento de la humanidad sufra una crisis permanente no implica que él
capitalismo no esté funcionando, pero afecta a su reproducción ampliada
sistémica
Producto
del desarrollo de la lucha de clases a lo largo del siglo XX y al desarrollo da
las fuerzas productivas por medio de la Revolución Científico-Tecnológica
(también llamada Tercera Revolución Industrial), actualmente vivimos en medio
de la Crisis Estructural del Capital. Algunos autores como Mészáros (2001,
2009) advierten que esta crisis se inicia a comienzos de los 70 del siglo
pasado, momento en el cual se activan los límites absolutos del capital: a) se
agudizan las contradicciones entre el desarrollo del capital transnacional y la
prevalencia de los Estados nacionales; b) se agrava la destrucción de las
condiciones de la reproducción metabólica social, es decir, la lógica del
capital es absolutamente antagónica con el mantenimiento sostenible de los
recursos naturales (bióticos y abióticos); c) la incorporación plena de la
mujer en igualdad de condiciones con el hombre encuentra límites insuperables
en el marco de las relaciones sociales de producción inherentes al capital; d)
el capital no puede incorporar a toda la humanidad a la actividad productiva,
por lo tanto, el desempleo crónico reproduce una masa de desocupados (miseria)
que cada vez más amenazan la estabilidad sistémica.
Gracias
al fortalecimiento de la clase trabajadora durante la posguerra (1945-1970)
tanto en Europa como en Estados Unidos, que se traducía en un auge del programa
histórico socialdemócrata, es decir, programas de asistencia social (Estado de
Bienestar) y salarios altos; de la expansión del Sistema Socialista y de las
luchas de Liberación Nacional en los países periféricos, la tasa de ganancia
empieza a disminuir a partir de comienzos de los años 70, momento en el cual
está en desarrollo la Revolución Científico-Técnica, ya que resultaba muy
costoso para los capitalistas pagar altos salarios, invertir al mismo tiempo en
tecnología de punta, y a su vez perder el control de las fuentes de materias
primas del mundo producto del auge de proyectos de independencia nacional.
Frente
a esto, se desarrolla una gran reestructuración productiva del capital a nivel
global, un reajuste espacio-temporal del sistema, para frenar la caída
tendencial de la tasa de ganancia y evitar la desvalorización masiva. Se trató
de una contrarrevolución encabezada por los monopolios transnacionales, por los
gobiernos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, por el FMI y el Banco Mundial.
De esta forma, se abrió paso una nueva fase del imperialismo, la metamorfosis
del capitalismo monopolista de estado en capitalismo monopolista transnacional
(Cervantes, Gil 2002, pág. 59). Al respecto, Engel (2004) señala que:
"La
organización internacional de la producción que no se detiene ante ninguna
frontera nacional significa un salto cualitativo en el desarrollo del
imperialismo: Rompe la producción organizada antes principalmente de modo
estatal-nacional y la sustituye paso a paso por nuevas relaciones de producción
a escala internacional" (p. 278).
En
este nuevo contexto histórico del imperialismo, los Estados-Nacionales son cada
vez más subordinados por los monopolios internacionales, lo que no implica que
el Estado haya prácticamente desaparecido como afirman algunos apologistas de
la Globalización. En este orden de ideas Engel (op. cit.) expresa que:
"…
el rol tradicional del Estado burgués, como regulador central de la economía
nacional, cede cada vez más frente a un sistema de la competencia mundial entre
los Estados nacionales por prestar los mejores servicios a los monopolios
internacionales, para la óptima valorización de sus capitales y condiciones
políticas favorables.
El
núcleo de la nueva organización de la producción internacional es la tendencia
a la disolución relativa de la organización estatal-nacional de las relaciones
de producción y de intercambio. En su lugar se establece un entrelazamiento,
que abarca a varios países, de los modos de producción y de intercambio más
avanzados bajo el dominio del capital financiero internacional "(p. 15).
Estos
rasgos del capitalismo mundial se han desarrollado bajo la justificación
ideológica neoliberal. El neoliberalismo ha sido el planteamiento construido
para apuntalar la ofensiva mundial de los monopolios contra la clase
trabajadora y los pueblos del mundo, para recuperar y aumentar la tasa de
ganancia, para promover la expansión geográfica y sectorial del capitalismo… la
globalización es en realidad una guerra librada desde los centros imperiales
contra los trabajadores, campesino
"Podemos…
examinar la historia del neoliberalismo sea como un proyecto utopista que
provee un patrón teórico para la reorganización del capitalismo internacional o
como un ardid político que apunta a restablecer las condiciones para la
acumulación de capital y la restauración del poder de clase".
Por
lo tanto la era neoliberal, ha sido un mecanismo que utilizó el capitalismo
mundial para gestionar su crisis sistémica y para iniciar una nueva fase
histórica.
Veamos
algunos aspectos de este proceso:
El
capitalismo persiste mediante la acumulación constante y ampliada de capitales,
para que esto suceda debe maximizar permanentemente su tasa de ganancia
mediante la explotación creciente de los trabajadores y las trabajadoras, en un
ambiente competitivo que lo obliga a innovar constantemente la tecnología… La
burguesía no puede existir sino a condición de revolucionar incesantemente los
instrumentos de producción (Marx, Engels 2009, p. 31). Entre otros factores, la
tecnología de punta permite al capitalista hacer más productivo el trabajo, por
lo tanto puede maximizar la ganancia, derrotando a su vez a otros capitalistas,
lo cual se traduce en la capacidad de ir conquistando mercados y convertirse en
monopolio. Pero la inversión en tecnología de punta tiene sus consecuencias,
por un lado desplaza al trabajador asalariado, fuente única de la plusvalía y
por otro lado el coste de su reposición es costoso, es decir, cuesta mucho
dinero mantener la innovación tecnológica a un ritmo acelerado, por lo cual,
empieza a reducirse progresivamente la demanda de medios de producción.
Si
los costos para la innovación tecnológica crecen con la misma velocidad que la
reducción del costo por concepto de salario, por el incremento de la
productividad del trabajo, el resultado final es un aparente estancamiento de
la productividad. Pero si el costo de la innovación tecnológica va aun más
rápido, la tasa de beneficio o ganancia tiende de manera definitiva a la baja,
perdiendo atracción para el capital invertir en el sector productivo (Tablada,
Dierckxsens 2006). Esta situación es peor para los capitalistas, si la clase
trabajadora esta férreamente organizada en sindicatos y partidos políticos que
luchan por mejorar de manera sostenida las condiciones de vida.
He
aquí el punto del cual parte la caída tendencial de la tasa de ganancia, a
mayor inversión en tecnología de punta, el capitalista se ahorra capitales por
concepto de pago de salarios, aumentando a su vez la productividad del trabajo
y la explotación a razón de una creciente apropiación de plusvalía relativa.
Pero hay un límite, en la medida que más se invierte en tecnología y se
prescinde de trabajo asalariado, la tasa de ganancia baja, porque como ya
dijimos el trabajo asalariado es la fuente exclusiva de plusvalía. En este
sentido, Mészáros (2001) nos expone que:
"…
para zafarse de las dificultades de la expansión y acumulación rentables, el
capital en competencia global tiende a reducir el “tiempo de trabajo necesario”
(o el “costo laboral de la producción”) a un mínimo rentable, con lo que a su
vez tiende inevitablemente a transformar a los trabajadores en una fuerza de
trabajo cada vez más superflua. Pero al hacerlo así el capital socava
simultáneamente también las condiciones vitales de su propia reproducción
ampliada" (p. 173).
De
esta forma, desde finales de los 60 y comienzos de los 70 del siglo pasado, el
capital mundial cada vez más ha perdido interés en la inversión productiva, a
favor de la inversión en el ámbito especulativo, financiero, redistributivo e
improductivo, desarrollando una nueva organización de la producción
internacional. Es así como buena parte de la acumulación del capital ya no se
realiza por el desarrollo de las fuerzas productivas, de la productividad del
trabajo, el capital especulativo no promueve la producción de nueva ganancia,
sino que parasita sobre la ganancia y el capital existente (Cervantes, Gil
2002, p. 209).
Lo
anterior no significa que la contradicción capital-trabajo haya desaparecido,
sino que los capitales especulativos, para reproducirse, explotan al trabajo
asalariado de forma mediatizada por el capital productivo. El capital
especulativo parasita sobre el trabajo asalariado y el capital productivo. En
este orden de ideas:
"Los
datos muestran que por cada dólar invertido en la producción, entre 20 y 50 dólares
se invierten en el dominio de las “finanzas puras”.
La
regla consiste en asegurar todos los beneficios de estos 20 o 50 dólares para
esta economía productiva en la cual solamente se ha invertido solamente un
dólar, y garantizar el crecimiento del capital financiero parasitario como
usurpador de la industria, de la agricultura y de toda la sociedad…"
(CIPOML 2007, pp. 64-65)
Uno
de los elementos que ha utilizado el capital financiero para subordinar al
capital productivo es convertir el crédito de estímulo para la producción en
instrumento de extorsión de riqueza ya producida.
Esta
situación en la cual la mayoría de la inversión social de capitales se destina
a la especulación de valores y no a la producción de plusvalía, implica una
crisis de la ley fundamental del capitalismo, la ley de la plusvalía, lo cual
abre las puertas a la crisis estructural, ya que el capital financiero
entorpece la reproducción ampliada del capital, estrangulando la producción en
favor de la especulación.
Para
que la burguesía transnacional vuelva a interesarse en la inversión productiva,
esta última debe generarle rentabilidad, por lo cual, sin un incremento de la
tasa de ganancia en el ámbito productivo, es improbable que se invierta en
creación de nueva riqueza. La burguesía mundial está de alguna manera
entrampada por la propia lógica del sistema. Este modelo parasitario conlleva
necesariamente a una contracción de la riqueza existente.
Frente
a esto los capitalistas y sus Estados, hacen esfuerzos por incrementar la tasa
de explotación (aumentando la apropiación de plusvalía absoluta y relativa) de
varias maneras: a) precarizan las condiciones de trabajo para de esta forma
socializar los costos de la innovación tecnológica; b) prolongan la vida media
de la tecnología, represando las innovaciones por medio del uso de patentes; c)
prolongan continuamente el tiempo de trabajo pese a que la tecnología puede
permitir más tiempo de ocio creativo; d) promueven la inversión financiera
global; e) utilizan en los países periféricos tecnologías obsoletas; f)
relocalizan las industrias que se encontraban en los países imperialistas, a
los países periféricos donde la mano de obra es mucho más barata; g) abaratan
los costos por concepto de salarios en los Estados metropolitanos, feminizando
la fuerza de trabajo; h) de igual forma se han abaratado los costos de la
reproducción de nuevos asalariados, porque estos nacen, son criados y educados
en países dependientes para luego ser exportados a los países ricos por las
vías de la inmigración o la fuga de cerebros; i) abaratan los costos de las
materias primas. Lo cierto es que al final de este proceso estamos frente a una
crisis de superproducción y subconsumo, crisis de realización a causa de una
demanda efectiva insuficiente, ya que existe una tasa decreciente de los
salarios, un aumento de desempleo que se torna crónico y la creciente
producción de mercancías no se consume… superabundancia, aquí de medios de
producción y de productos, y allá de obreros sin trabajo y sin medios de vida
(Engels 2006, p. 87).
En
este orden de ideas, Robert Kurz (2003) explica lo siguiente:
"Al
mismo tiempo que la crisis estructural crea desempleo en masa y/o grandes
sectores de bajos salarios, desmantela el Estado social, se desvanece el poder
de compra en los mercados internos nacionales y el capital está obligado a
expandirse de forma empresarial en el mercado mundial, con una dinámica
inaudita, para optimizar la caída de los costos y, por otro lado, atraer el
poder de compra hacia sí mismo, en cualquier parte del mundo donde todavía
exista".
El
neoliberalismo (sobre todo bajo el influjo del imperialismo norteamericano) en
las últimas décadas logró atenuar los efectos de la caída tendencial de la tasa
de ganancia en los países imperialistas, por medio de un gigantesco aumento de
la explotación de los trabajadores y las trabajadoras del mundo. En este orden
de ideas, Caputo (2010) gracias a una serie de investigaciones concluye que:
"El
incremento de la tasa de explotación, junto a la disminución del valor de la
maquinaria y equipo de alta tecnología –disminución del valor del capital
constante fijo- y de la apropiación de parte significativa de la renta de
recursos naturales, ha significado en las últimas décadas un incremento de las
ganancias globales y de la tasa de ganancia. En estas categorías económicas se
expresa en forma concentrada el éxito del capitalismo con la implementación del
neoliberalismo y de la globalización en las últimas décadas".
De
igual forma, el neoliberalismo se ha valido de políticas tales como: la
liberalización de los mercados financieros, la desvinculación del dólar con el
oro, el inicio de las fluctuaciones de las tasas de cambio de las monedas de
circulación internacional (Dos Santos 2006). Al respecto, Samir Amin (2001) nos
explica que:
"Detrás
del discurso neoliberal mundializado se esconden, pues, políticas perfectamente
coherentes de gestión de la crisis cuyo único objetivo es el de crear salidas
financieras al surplus de capitales, como manera de evitar lo que más teme el
capital: la desvalorización masiva. La "financiarización" es la
expresión de esta gestión, tanto a nivel nacional como a escala mundial. Las
elevadas tasas de interés, los cambios fluctuantes y la libertad para realizar
transferencias especulativas, las privatizaciones, al igual que el déficit de
la balanza de pagos de los Estados Unidos y la deuda externa de los países del
Sur y del Este, cumplen estas funciones".
Todo
lo anterior propiciando una creciente transferencia de valores de los países
pobres a los países ricos, a través de mecanismos tales como: el pago de la
deuda externa, la dependencia tecnológica y la liberalización de los débiles
mercados (financieros, monetarios, mercancías, laborales, etc.) del Tercer
Mundo, se ha tratado de un proceso de transnacionalización desnacionalizadora
del capitalismo monopolista.
El
geógrafo David Harvey (2004) explica que la expansión continuada de la
reproducción ha sido compensada con un incremento de los intentos de acumular
mediante la desposesión. De los 70 a los 90 del siglo pasado la transferencia
de riqueza de los países dependientes a los países imperialistas sólo por
concepto de pago de intereses de la deuda externa, ascendió a 4.5 billones de
dólares, por cada dólar adeudado en 1980, los Países Pobres han rembolsado 7,5
dólares y deben aun 4 dólares (Millet, Toussaint 2005).
A
esto se le agrega lo siguiente, mientras que a comienzo de los años sesenta la
distancia que separaba el 20% más rico del 20% más pobre era de 30 a 1, esta
relación pasó a ser de 75 a 1 a finales del siglo XX (Boron 2002). A su vez, en
el interior de los países imperialistas también se ha dado una redistribución
concentrada del ingreso, es decir, cada día los pobres son más pobres y los
ricos más ricos. Por ejemplo, en los Estados Unidos el 10% de los más pobres
vio retroceder sus ingresos en un 40%, mientras que el 10% más rico aumentó sus
ingresos en un 25%, esto en el transcurso de 20 años -1973/1993- (Tablada,
Dierckxsens 2006).
Un
mecanismo relevante usado en los últimos 70 años por el capital mundial, es el
estado permanente de guerra, ya que por medio de éste se mantiene un dinamismo
perpetuo del Complejo Militar Industrial, el cual es un sector económico
relevante para los países imperialistas. Sin embargo, Beinstein (2011) explica
los límites económicos e históricos de este mecanismo:
"Actualmente
el Complejo Militar-Industrial norteamericano (en torno del cual se reproducen
los de sus socios de la OTAN) gasta en términos reales más de un billón (un
millón de millones) de dólares, contribuye de manera creciente al déficit
fiscal y por consiguiente al endeudamiento del Imperio (y a la prosperidad de
los negocios financieros beneficiarios de dicho déficit). Su eficacia militar
es declinante pero su burocracia es cada vez mayor, la corrupción ha penetrado
en todas sus actividades, ya no es el gran generador de empleos como en otras
épocas, el desarrollo de la tecnología industrial-militar ha reducido
significativamente esa función. La época del keynesianismo militar como eficaz
estrategia anti-crisis pertenece al pasado" (p. 34).
Otro
de los mecanismos más importantes que viene utilizando el capital en las
últimas décadas para impulsar su proceso de acumulación, es la tendencia
decreciente del valor de uso, la cual acorta la vida útil de las mercancías,
aumentando los ciclos de valorización del capital. Hay que advertir que esta
aberración que subordina la satisfacción de las necesidades humanas a la
satisfacción del ansia creciente de ganancia, está causando un proceso
creciente de precarización estructural del trabajo y la destrucción creciente
de la naturaleza, producto de la explotación abusiva de sus recursos. De hecho
esta tendencia es uno de los principales fenómenos que demuestra que es
improbable la aparición de un capitalismo verde o ecológico, si la humanidad
asumiese el modelo consumista estadounidense se necesitarían varios planetas
Tierra.
En
este sentido, Wim Dierckxsens (2011) nos explica lo siguiente:
"Al
acortar la vida útil de todo, el capital fomenta la capacidad de reemplazo en
vez de garantizar la reproducción. El capital al agotar un recurso natural lo
sustituye por otro en vez de garantizar la sostenibilidad de los mismos a
través de las generaciones. El capital procura acortar la vida útil de la
fuerza de trabajo desgastada o más cara por otra nueva y más barata antes de
garantizar la reproducción de la misma durante la vida de los trabajadores y a
través de las generaciones. El capital acorta la vida media útil de los
productos que se hacen cada vez más desechables y declara de esta manera la
muerte prematura a todo lo que se produce y declara con ello la muerte a los
recursos naturales y el medio ambiente".
Vemos
entonces que el capital atenta contra la preservación del planeta y por ende de
la humanidad, ya que afecta profundamente el metabolismo de la naturaleza que
ha venido evolucionando a los largo de millones de años. Esto último lo realiza
malgastando recursos naturales (bióticos y abióticos) y contaminando de manera
permanente diversos espacios del planeta (océanos, mares, ríos, campos,
bosques, atmosfera, entre otros). De igual manera, el capital cuando promueve
la disminución de la vida útil de la fuerza de trabajo más costosa, amenaza la
capacidad de reemplazo generacional porque las personas adultas en edad
reproductiva están teniendo pocos hijos, bien sea por el costo de su
manutención o bien sea por falta de tiempo, este hecho implica que algunas
sociedades (europeas, norteamericanas, algunas asiáticas sobre todo las más
desarrolladas) están envejeciendo, sus tasas de mortalidad superarán las tasas
de natalidad, y la migración no puede contener este proceso, sólo lo atenúa, lo
cual amenazará a la larga la supervivencia de dichas sociedades.
Por
si esto fuera poco, la ofensiva neoliberal ha tenido consecuencias políticas
profundas, ya que a mayor concentración del poder económico mundial y nacional,
existe una mayor concentración del poder político de la burguesía
transnacionalizada. Las democracias en este sentido, cada vez son más tuteladas
y restringidas por el poder burgués internacional imperialista. Chomsky (2004)
explica que:
"En
cuanto a las consecuencias económicas de las medidas neoliberales… es claro que
estas medidas socavan la democracia. Esencialmente, la hacen imposible… hay una
muy buena motivación política: la privatización reduce la arena pública por
definición y transfiere decisiones de la arena pública a las manos de tiranías
privadas que no rinden cuenta a nadie. Las corporaciones no son otra cosa"
(p. 23).
Es
así como el capital al encontrarse en medio de su crisis estructural, ha venido
desarrollando un conjunto de estrategias apuntaladas por el neoliberalismo,
para frenar los impactos de dicha crisis. El aumento de la tasa de explotación
de los trabajadores y las trabajadoras, la explotación intensiva de los
recursos naturales, las privatizaciones, el estado de guerra permanente, la
flexibilización de los mercados financieros, el acortamiento de de la vida útil
de las mercancías y la fuerza de trabajo, la destrucción de derechos democráticos,
entre otros han sido buena parte de las medidas que ha tomado el sistema
imperialista mundial para tratar de superar su crisis.
Una
buena síntesis de las ideas que venimos desarrollando hasta el momento, nos la
ofrece Kurz (2002) con esta reflexión:
"En
esencia, se trata de una crisis del propio capital, que, bajo las condiciones
de la tercera revolución industrial, tropieza con los límites absolutos del
proceso real de valorización. Aunque tenga que expandirse eternamente, por su
propia lógica, se encuentra cada vez menos en condiciones para ello, sobre sus
propias bases. De ahí resulta un doble acto de desesperación, una fuga hacia
adelante: por un lado, surge una presión aterradora para ocupar todavía los
últimos recursos gratuitos de la naturaleza, de hacer incluso de la
"naturaleza interna" del ser humano, de su alma, de su sexualidad, de
su sueño, el terreno directo de la valorización del capital y, con ello, de la
propiedad privada. Por otro, las infraestructuras públicas administradas por el
Estado deben ser administradas, también a vida o muerte, por sectores del
capitalismo privado".
Hace
más de 90 años, Lenin (2011) afirmaba que con la aparición del imperialismo
(1880-1900) se iniciaba la fase superior del capitalismo (Al imperialismo, hay
que calificarlo de capitalismo de transición o, más propiamente
agonizante/capitalismo parasitario o en estado de descomposición) en tanto las
contradicciones inherentes a este sistema se mundializaban y agudizaban cada
vez más.
Debemos
tener presente que cuando nos referimos a crisis estructural del capital,
definimos una situación histórica en la cual este sistema ya ha demostrado de
forma fehaciente que no es capaz de superar sus contradicciones inherentes. Lo
anterior tiene que ver con este fenómeno descrito por Mészáros (2001) de la
siguiente manera:
"…
la fase progresista de la ascensión histórica del capital llega a su conclusión
precisamente porque el sistema del capital global en si alcanza los límites
absolutos más allá de los cuales la ley del valor ya no puede ser alojada
dentro de sus confines estructurales" (p. 173).
A
diferencia de las crisis cíclicas que afectan particularidades del sistema como
la esfera financiera, comercial o a un determinado ramo de la producción, la
crisis estructural es universal, es decir, afecta todos los ámbitos del
sistema.
En
otro orden, mientras que las crisis cíclicas han afectado a lo largo de la
historia un conjunto parcial de países o de regiones cada vez más extensas, la
crisis estructural tiene un impacto global que abarca los diversos rincones del
planeta inmersos en el sistema del capital.
Por
otro lado, la escala temporal de la crisis estructural en las últimas décadas
ha demostrado ser continua, permanente, a diferencia de las crisis que por su
duración parcial se han denominado cíclicas. En este orden, la crisis
estructural implica que las crisis cíclicas se harán más frecuentes y aunque se
superen momentáneamente mediante reformas superficiales y medidas remediales,
la crisis estructural estará ahí minando la estabilidad del sistema. Mészáros
(2009) afirma que la crisis estructural está marcada por un continuum
depresivo. En esta línea Stefan Engel (2009) nos expresa que en las últimas
décadas se ha incrementado la tendencia al acortamiento del ciclo de crisis y a
la prolongación de las mismas.
La
crisis estructural afecta íntegramente la totalidad de fenómenos y procesos de
un sistema social, mientras las crisis cíclicas, al afectar algunas partes del
sistema, no ponen en peligro la supervivencia del mismo, tan sólo bastan
algunas maniobras internas para que se supere la situación crítica. En
contraste, la crisis estructural pone en cuestión la supervivencia del sistema,
y por más maniobras que se apliquen, lo que se logra es ganar tiempo, pero no
se frena el desarrollo de esta situación crítica.
Las
dos experiencias más importantes de aplicación de sistemas estatales de control
y regulación del capital, como lo fueron el keynesianismo y la experiencia
soviética fracasaron en el siglo XX, demostrando que el metabolismo del capital
es incontrolable, por lo cual, para superar las crisis del capital debe
construirse una alternativa radical al sistema imperante, es decir, el capital
debe ser superado por un nuevo metabolismo social.
Debemos
dejar claro, que hablar de crisis estructural del capital no es afirmar que
éste se encuentra a punto de desaparecer, que le faltan pocos años para
desmoronarse, ya que parece que muchos intelectuales y políticos han caído en
conclusiones economicistas, deterministas y apocalípticas. Pareciera que
olvidaran que la Revolución Socialista no es un destino manifiesto,
predeterminado, el cual podemos esperar sentados en un sofá, se trata de una
opción histórica que debe ser elegida y construida por millones de hombres y
mujeres, el dilema “Socialismo o Barbarie” sintetiza este problema
civilizatorio.
"¿Cuál
es el límite, entonces, que hace finito al capital? No es el que el capital se
canse o se ponga senil, que llegue a cierto punto en el que sea incapaz de
sobrepasar más barreras. La respuesta que a lo largo de sus vidas ofrecieron
Marx y Engels fue coherente: el límite del capital es la clase obrera… los
trabajadores ponen el punto final a la historia del capital" (Lebowitz
2006, p. 69).
Frente
a esta realidad histórica, lamentablemente algunos sectores dogmáticos del
movimiento socialista y comunista tienen más de 100 años pronosticando el
inminente fin del capitalismo, lo cual ha llenado de esperanza y frustración a
muchas personas. Se ha olvidado muchas veces una enseñanza fundamental de los
teóricos y principales dirigentes revolucionarios (Marx, Engels, Lenin,
Gramsci, Fidel, Mao, etc.): para que el capitalismo se caiga hay que tumbarlo y
enterrarlo (Chávez dixit), es decir, debe darse una revolución que transforme
los fundamentos estructurales de la sociedad existente, en el plano político,
económico, cultural, moral, etc. Lenin, el gran revolucionario ruso, dijo que
el capitalismo nunca estará en una situación absolutamente desesperada mientras
las personas trabajadoras le permitan sobrevivir (Callinicos 2011).
En
este orden, de acuerdo al contexto actual, la crisis no desencadenará
revoluciones profundas en lo inmediato, porque todo indica que no hay una
situación revolucionaria en los países imperialistas. Para que se diese una
revolución socialista de impacto mundial, sería necesario una subversión del
orden en países metropolitanos como Estados Unidos, Alemania y Japón, sin
embargo, no se avizora en estos países una crisis política y social, una
situación de insurrección contra el orden estatal, y peor aún, no existen
fuerzas sociales capaces de ponerse al frente de una revolución en esas zonas
del planeta.
Finalmente
debemos distinguir lo siguiente, una cosa es la crisis estructural del capital
y otra cosa es la crisis humanitaria producto del orden metabólico del capital.
Como dijimos en líneas anteriores, el capitalismo funciona bien con millones de
desempleados, millones de hambrientos, enfermos, destrucción ambiental o
guerras, estos fenómenos son inherentes a su sano desenvolvimiento sistémico.
Por lo tanto, que un gran segmento de la humanidad sufra una crisis permanente,
no implica que él capitalismo no esté funcionando, precisamente es todo lo
contrario, los problemas que sufren buena parte de los seres humanos es consecuencia
de la acumulación ampliada del capital a escala mundial. Sin embargo, esta
crisis ambiental y humanitaria presionan sobre la permanencia del orden
metabólico del capital, porque por un lado afectan las condiciones necesarias
para la reproducción ampliada sistémica y por otro lado cada día lo
deslegitiman más.
Bibliografía
AMIN,
Samir (2001) Capitalismo, imperialismo, mundialización. Disponible en: http:
//www.socialismo-o-barbarie.org/imperialismo_s_xxi/ amin_
capitalismo_imperialismo.htm
BEINSTEIN,
Jorge (2011) Comunismo del siglo XXI: De la decadencia de la sociedad burguesa
global a la irrupción del post capitalismo revolucionario. Editorial Trinchera.
Caracas-Venezuela. 144 pág.
BORON,
Atilio (2002) Imperio & Imperialismo: Una lectura crítica de Michael Hardt
y Antonio Negri. CLACSO. Buenos Aires-Argentina. 159 pág.
CALLINICOS,
Alex (2011) La crisis del capitalismo. Disponible en: http://www.lahaine.org/index.php?blog=3&p=52405
CAPUTO,
Orlando (2010) Crítica a la Interpretación Financiera de la Crisis y Nuestra
Interpretación. Disponible en:http://www.rebelion.org/ docs/114318.pdf
CERVANTES,
Rafael; GIL, Felipe; y otros (2002) Transnacionalización y Desnacionalización:
Ensayos sobre el capitalismo contemporáneo. Editorial Félix Varela. La
Habana-Cuba. 255 pág.
CONFERENCIA
INTERNACIONAL DE PARTIDOS Y ORGANIZACIONES MARXISTAS-LENINISTA (CIPOML) (2007)
La situación internacional y nuestras tareas: “Nuevo orden mundial”, el capitalismo
y el imperialismo. Ediciones de la Revolución Ecuatoriana. Quito-Ecuador. 157
pág.
CHOMSKY,
Noam (2004) Los dilemas de la dominación; presente en la compilación: Nueva
Hegemonía Mundial, Alternativas de cambios y movimientos sociales. CLACSO
Libros. Buenos Aires-Argentina. Pág. 15-35.
DIERCKXSENS,
Win (2011) Población, Fuerza de Trabajo y Rebelión en el siglo XXI. Disponible
en http: //www.lahaine.org/index.php?blog=3&p=52104
DOS
SANTOS, Theotonio (2006) Del terror a la esperanza, Auge y decadencia del
neoliberalismo. Monte Ávila Editores. Caracas-Venezuela. 574 pág.
ENGEL,
Stefan (2004) Crepúsculo de los dioses, sobre el “nuevo orden mundial”, La
nueva organización de la producción internacional.Verlag Neuer Weg.
Essen-Alemania. 610 pág.
ENGEL,
Stefan (2009) Economía política burguesa ante los escombros: algunos
complementos a la teoría marxista-leninista de las crisis. Verlag Neuer Weg.
Essen-Alemania. 52 pág.
ENGELS,
Federico (2006) Del socialismo utópico al socialismo científico. Fundación
Federico Engels. Madrid-España. 88 pág.
HARVEY,
David (2004) El "nuevo" imperialismo. Sobre reajustes
espacio-temporales y acumulación mediante desposesión. Disponible en: http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-27/el-nuevo-imperialismo-sobre-reajustes-espacio-temporales-y-acumulacion-medi
HARVEY,
David (2008) El neoliberalismo como destrucción creativa. Disponible en: http://www.lahaine.org/index.php?p=29251
KURZ,
Robert (2002) La privatización del mundo. Disponible en:http://www.elortiba.org/kurtz1.html#La_privatización_del_mundo_
KURZ,
Robert (2003) Las metamorfosis del imperialismo. Disponible en: http://obeco.no.sapo.pt/rkurz_es166.htm
LEBOWITZ,
Michael (2006) Más allá de El Capital: La economía política de la clase obrera
en Marx. Monte Ávila Editores. Caracas-Venezuela. 339 pág.
LENIN,
V. I. (2011) El imperialismo, fase superior del capitalismo. Disponible
en: http://www.pcpe-pv.org/wp-content/uploads/2010/02/El-imperalismo-fase-superior-del-capitalismo-Lenin.pdf
MARX,
Carlos; ENGELS, Federico (2009) El Manifiesto Comunista. Fundación Federico
Engels. Madrid-España. 88 pág.
MÉSZÁROS,
István (2001) Más allá del capital. Vadell Hermanos Editores.
Caracas-Venezuela. 1154 pág.
MÉSZÁROS,
István (2009) La crisis estructural del Capital. Ministerio del Poder Popular
para la Comunicación y la Información. Caracas-Venezuela. 260 pág.
MILLET,
Damien; TOUSSAINT, Éric (2005) 50 preguntas, 50 respuestas sobre la deuda, el
FMI y el Banco Mundial. Ediciones Luxemburg. Buenos Aires-Argentina. 270 pág.
TABLADA,
Carlos; DIERCKXSENS, Wim (2006) Guerra Global: Resistencia mundial y
alternativa. Fondo Editorial el Perro y la Rana. Caracas-Venezuela. 397 pág.
VEGA
CANTOR, Renán (2005) Los economistas neoliberales: nuevos criminales de guerra.
Centro Bolivariano. Caracas-Venezuela. 525 pág.
La
Haine
Sem comentários:
Enviar um comentário